Era una tarde fría y oscura, en la que el mínimo castañeo de dientes podía oírse como si fuese una sierra eléctrica. Juan había salido tarde del trabajo, y nunca se podría haber imaginado lo que le sucedería esa noche.
Después de una dura jornada en el restaurante marítimo, se dirigió a su casa, arrastrando los pies y la mochila por el húmedo suelo recién lavado por la lluvia. Casi no tenía conciencia de por donde estaba caminando, hasta que se dio cuenta de que el camino por el que iba no era nada habitual, el bosque había crecido ante él. Nervioso, se dio la vuelta para andar sobre sus pasos pero enfrente solo vio un gran acantilado y un vacio profundo delante suyo. No entendía como había llegado hasta allí, pero estaba seguro de haber llegado por donde ahora solo había oscuridad. Sin más remedio que el ir hacía delante comenzó a caminar a paso lento, el trabajo seguía haciendo mella en él. Pasó una hora y pasaros dos hasta que al borde de un camino encontró una pequeña cabaña medio derruida y envuelta en un manto de enredaderas. La puerta estaba abierta y tirado en el suelo había un colchón pidiéndole a gritos que se tumbara en él, y así lo hizo.
Cuando volvió a despertar un liquido frío le resbalaba por la cara y poco a poco el frío se apoderaba de él también. Intentó abrir los ojos pero no podía, alguien o algo se los había arrancado, comenzó a sentir conciencia de su cuerpo y también notó que las manos ni los pies les respondían. De repente, una carcajada resonó en la habitación y un dolor punzante le atravesó el estomago, pero no moría, intentaba gritar pero tampoco podía, solo podía sentir como algo le iba comiendo las entrañas, lentamente, regocijandose en su dolor y en la mañana del segundo día, murió sin poder ver la cara de su verdugo.
FIN
amasando! ja-pan 23-26
Hace 12 años
2 comentarios:
O_O
Joder, vaya dos, entre Alvarito y tu... xDDDD
Me mola. A mitad del texto pensé que ibas a hablar algo relacionado con la naturaleza, pero está genial. Yo ya tengo otro relato en mente. Saludos Santi
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