viernes, 30 de enero de 2009

El lado oscuro de la luna

En el centro de la ciudad, donde las ratas hacen vida entre contenedores y altos edificios que absorben la poca luz que queda en el mundo, vive Pablo en su torre.

Torre de oscuras cristaleras, base de hierro, y menos vida que la luna, que hace ya bastantes años se cansó de trabajar, y en un acto desesperado por morir estalló, descomponiéndose en pequeños fragmentos que al frotar con la atmósfera creo una de los momentos más preciosos de la era, habiendo siete noches enteras de lluvias de estrellas.

Pablo casi siempre vivía con las persianas bajadas, pues estaba tan acostumbrado a la falta de luz, como lo podían estar los gusanos que viven el suelo, de los cuales se alimenta. Realmente él no conocía a nadie que hubiese experimentado eso que llamaban día, eso que llamaban sol. Simplemente conocía los pocos rayos que entraban de una de los nuevos soles a través de la capa de humo, niebla y desesperación que cubría a la tierra.

Un día de aburrimiento, Pablo decidió subir las persianas y así con un poco de suerte, y un poco más de luz de lo habitual, probar los prismáticos que le regalo su abuelo antes de su muerte.

Arrastrando los pies, y el alma, fue hacia el lado opuesto de la habitación y poco a poco fue tirando de la correa hasta su tope.

Tenía suerte había un poco de luz, así que sacó los prismáticos y se dispuso a mirar aquel paisaje urbano.

Entre torres de hormigón, hierro y soledad encontró una ventana abierta y a una chica saludándole con la mano, y observándole a el también.

Este fue el comienzo de una gran historia, la historia de lo que desde ese día iba a ser su infierno.

martes, 20 de enero de 2009

Diario de un tímido

Escondido bajo las cálidas mantas de mi cama, mi templo, despierto de nuevo en un día sumido en una monotonía absoluta, cárcel creada por mí mismo.
¿Quién dijo que un pajarillo no puede estar conforme en una jaula?
Mis alas las corté un buen día, sin saber por qué, pero con la seguridad de que en mi soledad encontraré cobijo, seguridad, tranquilidad...
Hay veces en las que intento abrir la jaula, en las que me armo de un mínimo valor, y reparo mis alas e intento ver ese basto cielo azul de la libertad.
Hay veces en las que intento volar libremente. En las que simplemente deseo volar, aunque para ello tenga que esquivar a las águilas que intenten robar mi sueño...
Hay veces en las que deseo soñar de nuevo..., pero eso es imposible, porque al rato me vuelvo a romper mis alas..., y con ello me vuelvo a maldecir.
Ojala algún día un buen pájaro cante cerca de mi jaula, ojala me ayude a dar el gran salto, ojala tenga alguien con quien poder volar lejos, lejos de esta jaula que me ve morir.

domingo, 4 de enero de 2009

Solamente

Comparando la soledad con la vida, me doy cuenta solamente de una cosa, y es que estamos solos a la hora de vivir.
Nacemos solos, y solamente convivimos, que no vivimos, con gente durante un breve periodo de tiempo, ya que cuando morimos, cuando nos volvemos a unir al espacio, a la naturaleza, lo hacemos en una completa soledad, la misma soledad que nos ha acompañado a lo largo de nuestra existencia.
Solamente de eso me doy cuenta.