jueves, 26 de febrero de 2009

Microtextos (XX)

XX

En lo alto de la montaña vi un pájaro que no sabía volar,
con sutileza desplegó sus alas y se lanzó al vacío.
En el suelo vi una masa de sesos resplandeciendo a la luz del sol
y de ellos nació la palabra muerte.

jueves, 19 de febrero de 2009

Enganchado a tu música vital

Estoy enganchado a ti de tal forma que en el momento que pruebe otro amor, moriré.
Tus palabras son la base en torno a las cuales giran mi vida, al ritmo del compás de mi corazón, haciendo que el rap de mi vida continúe simultáneamente a la tuya.
Así será hasta que los dulces sonidos del Soul de la muerte sean escuchados, y ellos me hagan llorar de felicidad. Y de tristeza. Y de compasión conmigo mismo.
Así será. Y así espero que sean nuestras vidas.

lunes, 16 de febrero de 2009

La vida con Grossi 1: De cómo empezó una nueva era

Hoy comienza una nueva era en mi vida. Es la era de la informática, de los blogs personales, y de los diarios cachondos.
Hoy empieza la era de "La vida con Grossi"

Cada semana actualizaré este blog, junto al de "La vida de Grossi" con relatos en los que hablaré, de forma cómica, de aquellos pequeños sucesos de mi vida, y del por qué de mi situación actual.
Tengo ya pensados algunos relatos para comentar, y espero que os gusten y los comenteis.

Sin nada más que contar, me despido hasta el viernes, día en el cual subiré el primero de ellos.

Saludos

Grossi

jueves, 12 de febrero de 2009

La naturaleza del ser humano

Voy caminando por la calle y mientras me fumo mi pipa, gotas de sangre caen por la calle.
Es la lluvia que la vida prepara para quienes nunca llegaron a comprender que el éxito o fracaso de su existencia no depende ni de Dioses ni del azar, sino del sudor de sus frentes y de su amor propio.
Es la sangre de la justicia, injustamente elegida.
Es la sangre de quienes amaron y lo dejaron de hacer al conocer el peligro que ello. conlleva. Y la sangre de quienes nunca lo hicieron.
Es la sangre de mi conciencia, que muere lentamente, en pos de una vida ruin. Una vida regida por normas sociales. Una vida regida por el bien común, pero sin el otro.
Es la muerte que nos consume, porque desde que hemos nacido, hemos dejado de vivir.
Es nuestra naturaleza.

martes, 3 de febrero de 2009

El lado oscuro de la luna 3 (FIN)

- ¿Por qué lloras?

Pablo se seco las lágrimas con la manga de su camisa y se fue hacia un cajón donde guardaba la daga que le entregaron sus padres antes de abandonarlo, junto al libro de la profecía.

Sabía que el día había llegado, y que nada podía detener semejante acto. La vida del mundo, una vida mejor, dependía de aquel acto, de aquel ser hecho con el único propósito que la muerte.

Pablo alzó la voz, y se dirigió a la puerta, preguntando a la misteriosa chica si le podía hacer un último favor.

- Por supuesto que sí, pero por favor ábreme la puerta.

- Lo siento. Me voy a quitar la vida. ¿Puedes hablar conmigo hasta entonces? ¿Estarás conmigo hasta el final?

La chica dudo un instante, pero al rato contestó afirmativamente, a lo que Pablo la abrió la puerta con la daga en las manos, y toda la pena del mundo concentrada en su mirada.

Silvia lo notó, e intentó sonreírle, pero en lugar de una sonrisa salió un gesto vacío.

Mientras el dueño de la cas dibujaba círculos en el suelo, la huésped le observaba en silencio.

Una vez terminado su trabajo, Pablo se sentó en el centro y se cortó las venas de las piernas, y posteriormente de los brazos, mientras le pedía a su amiga que le hablase, que le comentase lo bello que era la vida.

Pero para sorpresa de él, ella fue corriendo y lo abrazó. Lo abrazó y le quito la daga para clavársela en el pecho de ella.

Pablo la miró atónito. No podía ser.

- ¿Por qué? Tú no debías, tu no debías morir…

La chica le sonrió, y entre susurros le dijo que ella tenía que morir con él, que lo sabía. Que quería llegar con él al más allá. A un sitio donde pudiesen estar los dos solos, a un mundo para ellos.

La sangre hizo su efecto, y la leyenda cuenta que esa noche una nueva luna apareció. Una luna roja preciosa que alumbraría las noches de aquella nueva era en la vida de la tierra.

Y cuenta la leyenda que una vez al año, se puede ver en la luna la silueta de dos personas corriendo, besándose, riendo…

lunes, 2 de febrero de 2009

El bosque de cipreses

La penumbra se había cernido sobre ellos mientras volvían a casa a través del camino del bosque. Era un camino pedregoso cubierto por cipreses y matojos de maleza aquí y allá. A través de sus hojas llegaban a sus oídos los lamentos de los árboles mientras avispados cuervos cazaban los gusanos que incautos se asomaban. El terror se fue apoderando de ellos y comenzaron a acelerar el paso. La luna estaba oculta, el viento y el frío rasgaban la piel con su roce y sus ojos ya no les eran de utilidad. Un sonido hueco se acercaba por su espalda mientras un cruel escalofrío les recorría la espada. Aceleraron el paso y ella tropezó, quiso gritar pero una estaca atravesó su corazón antes de poder hacerlo. Él siguió corriendo, cegado por su propia respiración y su temor, sin haber oído nada de lo sucedido. Ya había olvidado la razón por la que corría, cuando se quiso dar cuenta estaba en un claro. Sus zapatillas estaban desgastadas y él cubierto de sudor, un asfixiante sudor que se tornó frío al darse cuenta de que estaba solo. Con su vida y su valor en los puños regresó al interior del bosque a buscar a su amada. El temor seguía dentro de él, apretándole el corazón a cada paso que daba. Ya no escuchaba su respiración y el sonido del bosque se hizo más latente en él. Su corazón se aceleró. A duras penas podía continuar, cada pequeño sonido atravesaba su cerebro y lo llenaba de malignas elucubraciones. Al poco rato lo único que le preocupaba era su propio pellejo, pero ya era tarde. El bosque se cerró sobre él y su piel y sangre forró los cuerpos de los vetustos árboles del bosque de cipreses.

El lado oscuro de la luna 2

Los días iban pasando, y los encuentros entre Pablo y la misteriosa chica se iban incrementando, hasta que llego un punto en el que ninguno de los dos supo del otro, pues la poca luz que quedaba en el mundo expiró, y la monotonía de la vida de Pablo volvió a humedecer sus huesos, matándolo por dentro como si de un cáncer se tratase.
Pablo sabía que estaba muriendo, y era consciente de ello desde el día que leyó aquel libro sobre profecías. Y lo más humillante de todo, es que no sabía ni cuándo ni cómo iba a hacerlo.
Un día de lluvia, algo golpeó fuertemente su puerta. El primer pensamiento del inquilino fue que era el viento, pero una leve voz se oía de fondo.
Era dulce, y su sonido se entrecortaba, haciendo que esta fuese uno de los sonidos más hermosos que Pablo había oído en su vida.
Tras un breve silencio consiguió distinguir lo que decía: “Me llamo Silviii.. Silvia”
- Hola, yo soy Pablo, ¿quién eres?
Le sonaba extraño oir su voz tras varios años sin pronunciar ninguna palabra.
- Soy Silvia, la chica que te saludaba desde mi torre. Sentía necesidad de hablar contigo. Cada vez que sueño, una voz me indica que tengo que hablar contigo, que tengo que cumplir una misión contigo.
- Lo siento no va a poder ser, estoy muriendo. Es necesario que muera. Si no, no habrá salvación.
Dicho esto Pablo empezó a llorar. Lloró por todo lo sufrido en su vida.
No podía ser verdad. Había vivido siempre sólo, y ahora que por fin podía compartir con alguien sus experiencias, ahora que podía por fín hacer una amiga, sabía que su fin estaba cerca…