Los días iban pasando, y los encuentros entre Pablo y la misteriosa chica se iban incrementando, hasta que llego un punto en el que ninguno de los dos supo del otro, pues la poca luz que quedaba en el mundo expiró, y la monotonía de la vida de Pablo volvió a humedecer sus huesos, matándolo por dentro como si de un cáncer se tratase.
Pablo sabía que estaba muriendo, y era consciente de ello desde el día que leyó aquel libro sobre profecías. Y lo más humillante de todo, es que no sabía ni cuándo ni cómo iba a hacerlo.
Un día de lluvia, algo golpeó fuertemente su puerta. El primer pensamiento del inquilino fue que era el viento, pero una leve voz se oía de fondo.
Era dulce, y su sonido se entrecortaba, haciendo que esta fuese uno de los sonidos más hermosos que Pablo había oído en su vida.
Tras un breve silencio consiguió distinguir lo que decía: “Me llamo Silviii.. Silvia”
- Hola, yo soy Pablo, ¿quién eres?
Le sonaba extraño oir su voz tras varios años sin pronunciar ninguna palabra.
- Soy Silvia, la chica que te saludaba desde mi torre. Sentía necesidad de hablar contigo. Cada vez que sueño, una voz me indica que tengo que hablar contigo, que tengo que cumplir una misión contigo.
- Lo siento no va a poder ser, estoy muriendo. Es necesario que muera. Si no, no habrá salvación.
Dicho esto Pablo empezó a llorar. Lloró por todo lo sufrido en su vida.
No podía ser verdad. Había vivido siempre sólo, y ahora que por fin podía compartir con alguien sus experiencias, ahora que podía por fín hacer una amiga, sabía que su fin estaba cerca…
Pablo sabía que estaba muriendo, y era consciente de ello desde el día que leyó aquel libro sobre profecías. Y lo más humillante de todo, es que no sabía ni cuándo ni cómo iba a hacerlo.
Un día de lluvia, algo golpeó fuertemente su puerta. El primer pensamiento del inquilino fue que era el viento, pero una leve voz se oía de fondo.
Era dulce, y su sonido se entrecortaba, haciendo que esta fuese uno de los sonidos más hermosos que Pablo había oído en su vida.
Tras un breve silencio consiguió distinguir lo que decía: “Me llamo Silviii.. Silvia”
- Hola, yo soy Pablo, ¿quién eres?
Le sonaba extraño oir su voz tras varios años sin pronunciar ninguna palabra.
- Soy Silvia, la chica que te saludaba desde mi torre. Sentía necesidad de hablar contigo. Cada vez que sueño, una voz me indica que tengo que hablar contigo, que tengo que cumplir una misión contigo.
- Lo siento no va a poder ser, estoy muriendo. Es necesario que muera. Si no, no habrá salvación.
Dicho esto Pablo empezó a llorar. Lloró por todo lo sufrido en su vida.
No podía ser verdad. Había vivido siempre sólo, y ahora que por fin podía compartir con alguien sus experiencias, ahora que podía por fín hacer una amiga, sabía que su fin estaba cerca…
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